Habitar las paredes ronda el concepto del hogar, y cómo las construcciones humanas se vuelven extensiones de nuestra propia identidad y cuerpo.
La casa como símbolo identitario. Bien dicen que todos siempre estamos en busca de ese lugar al que llamar hogar, en donde habitar, un lugar que construimos y nos construye. Un espacio único y propio que termina por convertirse en una extensión del cuerpo que habitamos, un territorio al que llamar propio y en el cual ser.
Lo conforman, personas, cosas, ideas, materia…. Y todo se constituye en el crear un lugar único y personal, que termina por volverse un documento identitario de nuestra persona. Muchos construimos casas o las elegimos dentro de un sinfín de posibilidades, y las adaptamos para que se conviertan en nuestro territorio habitable; fundamos en ellas un espacio propio y dialogamos constantemente desde ahí con nuestro entorno, las hacemos a nuestra medida, convirtiéndolas en recipientes o corazas más grandes que contienen parte de nuestra alma.
Las casas dicen quienes las habitan, sus amores, intereses, gustos, hábitos, preocupaciones, deseos…